ORDENACIÓN DIACONAL FR JUAN GÓMEZ DE LA SAGRADA FAMILIA

4 de Mayo de 2019, fue ordenado nuestro hermano Fr. Juan de la Sagrada Familia en la Catedral – Santuario de la Virgen de los treinta y tres, por imposición de manos de Mons. Martín Scrimini, participaron de la celebración Padres Carmelitas de las distintas comunidades del Vicariato, Uyuguay-Bolivia y Paraguay, además algunos sacerdotes de la diócesis. También algunos familiares y otros amigos de fr. Juan.

A MI HERMANO JUAN GÓMEZ BOGADO, EN EL DÍA DE SU ORDENACIÓN DIACONAL
 
Querido Juan:
Desde las tierras de Teresa y Juan de la Cruz, en España, con emoción me acerco hasta Florida, a la iglesia catedral, santuario de la Virgen, donde acabas de ser ordenado diácono, para expresarte mi comunión, mi alegría y mi agradecimiento, por tu vida ofrecida al servicio de la iglesia y del Carmelo. Gracias por querer regalar tu vida al servicio de la Palabra y del altar, al servicio de los hombres y mujeres tan hambrientos de Dios y de Vida verdadera. Me uno de corazón en la distancia sin distancia de la oración para brindar contigo por la fidelidad y la gracia que Dios ha ido derramando en ti a lo largo de estos años.
Gracias a tus padres y a toda tu familia a los que envío un abrazo y un gracias muy cálido, por hacer la ofrenda de tu vida para bien de muchos. Gracias a tus formadores y a los hermanos y hermanas que te han acompañado guiándote y alentándote. Gracias a tu comunidad de Florida y a las comunidades por las que has pasado. Y un gracias muy especial a mons. Martín Pérez Scremini, padre, hermano, pastor, que te ha consagrado diácono, gracias por este regalo hoy al Carmelo a través de la imposición de tus manos. Que Dios te bendiga y conforte en la tarea de cuidar y guiar la Iglesia de esta querida diócesis. Gracias a todos, también a las carmelitas descalzas, tan presentes y tan compañeras en el camino de tu vocación, por la comunión de la oración, podemos cambiar el mundo.
Gracias, Juan, por el sí de cada día, hoy le pido a Santa Teresa que te mantenga humilde y alegre, valiente y sencillo, hermano y compañero que sirve y escucha, que aprende de todos y se deja ayudar de todos, para poder tender la mano y confortar a muchos. Cada día comenzar y cada día darlo todo, y cada día en el altar nos encontraremos, en la ofrenda de Jesús, para pedirle que te haga, que nos haga a todos Jesús para que Él en nuestra pobreza regale su vida y su gracia. Que María te lleve siempre de su mano, ella te enseñe a servir gratuitamente, que San José cuide cada uno de tus pasos.
Un abrazo y una bendición, que pido para ti, con todos los hermanos de España y una bendición que recibo de ti, querido hermano. ¡GRACIAS!

Padre Miguel Márquez, Provincial


Gracias a todos y seguimos caminando juntos:
Es una alegría la presencia y la compañía de cada uno de ustedes en este acontecimiento, que en definitiva, es una gracia el ministerio que recibo hoy, regalo de parte de Dios, es el fruto de la bondad de Dios que se manifiesta a los más pequeños, a los que más necesitan, este Dios que vino a llamar a los pecadores y sanar a lo que están heridos. Esta es mi experiencia de salvación, el Señor me llamó, me salvó, en otras palabras fijó en mí su mirada misericordiosa, como nos invita a todos a seguirlo.
En estos días previos a la ordenación pude estar de retiro, en Bolivia-Santa Cruz (entre el 14 de abril a 20 de abril), pensaba que podía compartir con ustedes en este momento, algunas claves desde donde vivo este paso, que es un camino hacia la ordenación  presbiteral.
Les comparto dos sentimientos que puede resumir esta experiencia: por un lado una autocrítica, estando en los momentos de oración, los temas de reflexión, de silencio, y al descubrirme en mis propios límites, fragilidades, me surge un sentimiento de reproche, delante de este Dios que es bondadoso en todas sus obras. Y por otro lado de sacudida, porque el deseo de esta entrega total a Dios que me llamó, para servir y hacer su voluntad, se ha rejuvenecido y es motivo para decir al Señor Jesús: quiero responder a esta llamada generosa tuya. Al reflexionar el paso de Dios en mí vida, puedo ver con claridad que Dios me ha dado mucho, comenzando por la vida, me ha dado una familia, amigos, Dios mismo se me ha donado, por su amor. Todo esto se convierte en gran deseo de compartir lo recibido, que también es motivo para dar este pasó.
Compartir la fe, sirviendo cómo Jesús, es decir, compartir con los más pobres de la sociedad, compartir con los enfermos, con los que están perdidos y no encuentra sentido a sus vida, servir en la liturgia, anunciar su palabra, en definitiva ser signo de Cristo servidor, quien “no vino para ser servido sino para servir” (Mt 20,28).
Por todo esto doy este paso, y haciendo propia las palabras de Santa Teresa de Jesús, “para hacer eso poquito que hay en mí… con toda la perfección que yo pudiese…confiado en la gran bondad de Dios, que nunca falta de ayudar a quien por él se determina a dejarlo todo”  (C 1,2).
Así vivo este acontecimiento, y me llena de alegría poder compartir, con mis padres que vinieron de Paraguay: Florencio y Lucia, para este día, y a mi hermana. También han venido personas de las comunidades por donde viví estos años: de Paraguay, de Buenos Aires. Agradezco a esta comunidad por compartir este día, compartir la fe.
Agradezco a todos los Padres Carmelitas que me ha acompañado durante este proceso, gracias a todos los sacerdotes que acompañan esta celebración, por compartir este día, agradezco a los hermanos novicios y a los jóvenes, que nos han animado desde el ministerio de la música en la liturgia, gracias a los hermanos estudiantes de teología, que vinieron desde Buenos Aires, gracias a los Padres de la catedral y también gracias a todas las personas que nos acompañan en este día con sus oraciones, de manera especial a las Madres Carmelitas.
Mons. Martín, una alegría que haya sido usted quien me ha ordenado, agradezco por tu cercanía, sencillez, sus palabras y su disponibilidad.
Por último pido al Señor Jesús que nos conceda la gracia de poder servirle siempre con generosidad, con alegría, y que nos conceda a cada uno poder estar unido a él, y así crecer en la fe, esperanza y caridad. Les pido que sigan rezando siempre por las vocaciones Santas y generosas para la vida sacerdotal, religiosa y laical.

Fr. Juan Gómez de la Sagrada Familia.